jueves, 8 de marzo de 2012

Un cómico


Acabo de oír por la radio a un prohombre haciéndose el gracioso ante la prensa justamente el día en que nos informan de un nuevo agujero en las cifras del desempleo. No es un cualquiera, el humorista. Manda, y bastante, en los asuntos del dinero público. Antes una situación así me hubiera parecido cínica, indecorosa, intolerable. Ahora estamos tan hechos al disparate y la paradoja que en cierto modo llego a comprenderlo. Es viernes, llega el finde, hace solecito, florecen los almendros, en fin: arriba los corazones. En lo que llevamos de catástrofe todos hemos entonado en más de una ocasión el canto al estilo de pensamiento optimista, aquello de al mal tiempo buena cara, a la necesidad de encontrar el lado positivo de las cosas y aprovechar lo que la crisis tiene de oportunidad. Aunque sean tópicos más bien vacíos, tienen algo de mecanismos mentales de defensa ante la adversidad sin los cuales solo conseguiríamos añadir abatimiento a la derrota. Esta función también la pueden cumplir el humor y la risa, siempre y cuando uno acierte en las dosis. Decía Juan Benet que cualquiera que sea el estado del alma en que se vive, el hombre debe ser capaz de desplegar su humor, haciéndolo navegar por la superficie de sus sentimientos aunque sus profundidades se tiñan con el anuncio de la tormenta. Es cierto. Sin embargo, hay un tipo de humorismo que camina en la cuerda floja entre lo macabro y lo insolente, un humor negro que solo se lo pueden permitir quienes, teniendo el riñón bien cubierto, contemplan las desgracias a su alrededor como si fueran simples vaivenes de la fortuna y sueltan el chiste como quien hace una cabriola en el aire para entretener al público. Acostumbrados a estar en el uso de la palabra y a modelar la realidad con las palabras que más les convienen, se echan a reír a mandíbula batiente sin tener en cuenta de que hay risas como cuchillos. Tal vez sea solamente una cuestión de matices, de sensibilidad, de tacto. O de que, ya lo he dicho otras veces, nos estamos volviendo demasiado susceptibles. Quién sabe.

Publicado en Diario de Navarra el 3 de marzo de 2012

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