viernes, 10 de febrero de 2012

El pelotón del honor


La bruma cayó sobre el caso Contador el día en que defender al ciclista se convirtió un acto de patriotismo y acusarle de hacer trampas fue como pasarse al enemigo. Desde entonces ni la razón ni la justicia han tenido vela en este entierro, de modo que la sentencia de la TAS no pasa de ser una anécdota, un trámite, una manera de salir del paso y de ir tirando hasta septiembre, que está a la vuelta de la esquina. Contador se perderá el Tour y el Giro de esta temporada, pero podrá emprender una Vuelta hecha a su medida y hacerlo además en olor de multitudes. Puede que lo tenga bien ganado. O puede que en el camino se le cruce otro guiñol francés y lo tire al asfalto. Porque en realidad no estamos hablando de dopaje sino de simpatías y antipatías, esos dos frentes separados por trincheras más hondas que las del peor campo de batalla.

¿Qué sería del deporte sin pasiones? En la rueda de prensa de Pinto sonaron aplausos entre las sillas de los periodistas convocados para tomar apuntes y hacer preguntas. El periodismo deportivo da lo mejor de sí mismo cuando deriva a ese estilo desmelenado, castizo y febril. La afición gana calidad cuando toma partido incondicional por su equipo o por su ídolo, que para eso es ídolo y no mascota. Sería bueno que en medio de la algarabía surgiera un hombre justo con los ojos vendados y la balanza bien equilibrada para poner los puntos sobre las íes, pero no caerá esa breva. A estas alturas del serial todos somos bioquímicos con nuestro laboratorio particular a cuestas y no hay contraanálisis posible que nos apee de la bicicleta. ¡Nos van a hablar a nosotros de clembuterol, después tanto solomillo! ¡De picogramos, como si no nos hubiéramos pesado nunca! ¡De ciclismo, cuando tanto nos gusta comulgar con ruedas de molino!

La defensa más firme de Contador no ha corrido a cargo de su legión de abogados de diseño, sino de tanto español de a pie que le cree con las tripas y está dispuesto a batirse por su honor al grito de 'Vivan las caenas'. Dos siglos después, de nuevo el enemigo viene de Pirineos arriba armado de envidia. Hasta ahora los trapos sucios del dopaje se lavaban en casa, aunque no siempre con detergente de la mejor calidad, pero esta vez hay por medio una ofensa proveniente del exterior que llama a rebato. Y entonces las trampas en el juego pierden importancia dado el estado de necesidad nacional. La leyenda negra que empezó con Felipe II reaparece ahora ensañada con Contador, Gasol, Nadal, la Roja y todo un jaleo de podios y medallas obtenidas en buena lid que nos pretenden arrebatar a base de maledicencias. Así son las pasiones deportivas: cuando falla un argumento, se elige otro y adelante. Con el tiempo, a Contador le quedará la gloria de saber que, a cambio de una mancha en su palmarés, ha alcanzado la gloria de encabezar una rebelión popular en la que al parecer todos quieren estar a la cabeza del pelotón.

Publicado en El Correo el 10 de febrero de 2012  

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