sábado, 18 de febrero de 2012

El rencor


El indicio más cierto de que la situación ha dejado de ser grave para pasar a desesperada lo ofrece el afán de los políticos por extender el descrédito sobre toda la sociedad, y en especial sobre los más directamente damnificados por sus recortes. No conformes con aplicar medidas severas que perjudican a unos, que complican la vida a otros y empobrecen a los más, se recrean en el castigo añadiéndole el argumento de la sospecha. Las bajas laborales de los funcionarios no serán cubiertas porque hay mucho enfermo imaginario con pocas ganas de trabajar. Las ayudas sociales se restringen para evitar el fraude de quienes disfrutan de ellas sin necesitarlas. Se reducen los servicios públicos de salud y así los médicos y las enfermeras no abusarán de las peonadas. Hay que ir sembrando la semilla de la desconfianza poco a poco, pero de forma implacable, hasta que ni el profesional más honesto ni el ciudadano más decente queden libres de mancha. Con eso queda el camino allanado para la segunda fase del plan: que se acusen recíprocamente. A esta fase nos han llevado, después de difamar a diversos colectivos cada vez que se les aplicaba una reducción salarial, una restricción de subvenciones o un ajuste de horarios. Una ojeada a los comentarios que siguen a cualquier noticia de recortes en internet permite comprobar cómo la mayoría ya no apunta al de arriba, sino al de al lado. El deseo expresado con más vehemencia es el de que se fastidie el vecino. Un sordo rencor, una inquina malhumorada se ha apoderado de las relaciones horizontales entre iguales, como si de esa manera el daño recibido por un sector social encontrara consuelo en el daño mayor de otro. Donde el soñador desearía encontrar una tupida red de consuelos mutuos y de apoyos solidarios solo halla satisfacción por el dolor ajeno. Lo cual crea en los gobernantes la impresión tranquilizadora de que van en la buena dirección. A este paso, ya no tendrán que tomar más decisiones duras. Bastará con dejarnos solos, que ya las tomaremos por ellos. 

Publicado en Diario de Navarra el 18 de febrero de 2012


Vía

1 comentario: