El
caso es demoler el edificio aunque no haya proyecto ni planos de la nueva obra.
Nunca faltarán los hooligans de turno dispuestos a jalear cada golpe de piqueta,
en la ingenua creencia de que el solo hecho de acabar con lo abominable ya
garantiza la bondad de lo que venga después. Es reveladora la alegría con la
que el flamante ministro Wert ha actuado en sus declaraciones sobre la
asignatura de Educación para la Ciudadanía. Ya estamos acostumbrados a que cada
vez que se abre la veda en cualquier asunto relativo a la educación empiece un
campeonato de ingeniosidades que da lugar a situaciones pintorescas y a menudo
absurdas. Pero el amateurismo no justifica el empleo de pruebas falsas como las
aportadas por el ministro para mandar la asignatura a la hoguera. Wert leyó
pasajes de un supuesto libro de texto que contenían juicios heréticos contra el
capitalismo, dando a entender que esa era la doctrina impartida por los docentes
en las aulas. Pues bien: ni se trata de un libro de texto, ni está dirigido a
escolares. Es un ensayo firmado por tres filósofos que reflexionan críticamente
sobre una asignatura con la que, para más inri, están en desacuerdo.
En
otro país más amante del rigor, la lógica y la exactitud un alto responsable
educativo que procediera de ese modo habría sido destituido al instante. O
habría dimitido 'sponte sua' sin esperar al motorista, consciente de que la
formación de los futuros ciudadanos no puede estar en manos de un embustero. De
nuevo andamos metidos en discusiones donde todo vale, aunque el objeto final
del debate sea algo tan delicado como la instrucción pública. No hay documentos
razonados, ni trabajos estadísticos, ni estudios científicos, ni experiencias
ajenas contrastadas, ni argumentos sólidos de ninguna clase que respalden las
medidas propuestas; por no haber, ni siquiera hay claridad en la descripción de
esas medidas. ¿Cómo intervenir de buena fe en un debate así? Entre el palo de
ciego y la leña al mono, vuelve de nuevo la Educación a sufrir el castigo de
nuestra ligereza.
Publicado en El Correo y otros periódicos de Vocento el 2 de febrero de 2012
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