martes, 7 de febrero de 2012

Polvorín


Dicen quienes saben de esto que sin la tele y el fútbol ardería Troya. Que vivimos en una falsa calma lograda merced a la industria del entretenimiento. Que los efectos de las nuevas armas de distracción masiva sobre unas sociedades adormecidas están conteniendo el malestar general, que de otro modo habría llevado a más de un estallido de violencia. Puede que así sea. Pero el viejo binomio del pan y circo solo funciona mientras se mantiene el equilibrio entre sus dos factores. Cuando el pan empieza a escasear, no solo la fórmula corre el riesgo de agotarse sino que el circo deja de ser bálsamo para convertirse en explosivo. Piénsese en lo ocurrido con las redes sociales en internet. Los mismos jóvenes que recurrían a ellas para matar el tiempo e intercambiar mensajes superficiales pasaron a utilizarlas como recurso en la organización de asambleas, revueltas y protestas masivas que pusieron en jaque a las policías más expertas. En Port Said una fiesta del fútbol acabada en tragedia ha llevado a los hinchas a volcar su resentimiento contra los gobernantes. A este paso no sería extraño que el próximo acto de guerrilla urbana se engendrara en un reality o que a la salida de un concierto de rock la muchedumbre excitada declarara el estado de guerra. Quien fomenta la sinrazón corre el riesgo de que el impulso irracional cambie de dirección y se vuelva contra él. Tal vez haya muchos motivos para pensar que la gente es estúpida, pero no está comprobado que esa estupidez no tenga un límite. Es un error suponer que encaminando al parado a la taquilla de un estadio y poniendo a los pobres ante el televisor queda asegurada la tranquilidad del sistema. De momento nos preocupa la desaparición de puestos de trabajo y calmamos esa pesadumbre por medio de goles, culebrones, prensa rosa, tuits y festejos varios. No hay que dejarse llevar por el pesimismo, pero es posible que cuando ya no lamentemos la pérdida de empleos sino la pérdida de vidas las diversiones de hoy sean los polvorines de mañana.





Publicado en Diario de Navarra el 4 de febrero de 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario