miércoles, 29 de febrero de 2012

Neuralgia



En un tiempo se dijo que Navarra era el país de las coordinadoras. Proyectabas una autovía y te saltaba una cofradía mandando anónimos. Planeabas un pantano y ya tenías enfrente a cuatro alpinistas colgados del monumento a los Fueros en señal de protesta. Promovías la una línea de ferrocarril y te estampaban tartas en la cara. Viene a ser algo así como un hábito cultural. Una especie de seña de identidad del mismo rango que el roble montañés o el vino de la Ribera sin la cual nos veríamos un poco huérfanos, despojados de aquello que define nuestro carácter por el lado indómito. Por eso agrada ver que la tradición continúa con casos como el de la plataforma creada por un grupo de vecinos de Berriozar que se opone a la instalación de un tanatorio en la localidad. Concretamente enfrente de sus casas, aunque este dato sea irrelevante para medir el grado de conciencia cívica de quienes defienden el bien común por encima de intereses particulares. Luchan para impedir que el tanatorio afee la calle más bonita y más céntrica, la «neuralgia» del pueblo según sus propias palabras. Ya se ven el panorama: zombies por las calles, nazarenos en el portal, la Santa Compaña cruzándose un día sí y otro también con los niños que salen de la escuela, en fin, todo un cuadro de horrores que nadie desearía para sí ni para los suyos. Se dirá que los muertos no hacen ruido ni organizan botellones ni perturban la convivencia, pero estas cosas van según creencias. Si el vecindario preocupado habla de molestias, por mucho que el tanatorio cumpla los requisitos de la ley de sanidad mortuoria —ese oxímoron: cosas del lenguaje jurídico— habrá que respetar sus temores, incluso sus supersticiones si las tuvieren. Leyes a un lado, tampoco se trata de tener a la gente en un perpetuo memento, viendo entrar y salir furgones negros y curas con hisopo donde podrían tener un taller mecánico o un animado bar de copas. Por eso, y por mantener viva la llama de las tradiciones quejosas, merecen que se les haga algún caso.    





Publicado en Diario de Navarra el 25 de febrero de 2012

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